La Ideología de Género es un dogma que avanza hacia la mayor intervención antropológica de la historia moderna y en su camino, se lleva por delante todo aquello que nos hace humanos.

Como todo dogma, es un sistema de pensamiento carente de comprobación empírica, que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda.

Como Ideología, es lo más parecido a las religiones de las que renegaba Nietzsche, con la enorme diferencia que los Estados occidentales contemplan la libertad de cultos y es la libre conciencia lo que acerca al ser humano a las religiones.

En 1995 durante la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijín se comenzó a generalizar el término “género” en referencia a las conductas y roles que se atribuyen a la persona según su sexo biológico. Se transformó la herramienta sociológica de la perspectiva de género en un arma para imponer la Ideología de Genero, que transmuta al género en un arma destinada a construir generaciones asexuadas.

Esta Ideología marcha a contracorriente de la ciencia, pretende derribar la última frontera del hombre y barrer de un plumazo aquello que nos ha permitido resistir los embates de los fascinadores de multitudes.

En esa dirección y bajo el slogan falaz de alcanzar una libertad extrema, aun en contra de la realidad fáctica, se arroja al individuo a la precariedad y se lo deja vulnerable.

Para ello lo separan de sus peculiaridades biológicas y lo arrojan a un universo incierto, en donde toda percepción de la realidad, se impone sobre la realidad misma.

Hoy el peligro es enorme puesto que, tras obtener el monopolio de los medios de comunicación y de las redes sociales, a la elite que maneja la agenda global, solo le resta meterse dentro de la psique de las nuevas generaciones, para cumplir su cronograma.

Es la muerte del individuo, ahogado por un conjunto de ideas erráticas que se propone intervenir en el sistema social, económico, político y cultural existente.

A esto se agrega la ignorancia generalizada sobre el significado de esta ideología que se traviste de libertaria por sus ideólogos que acuñan términos obtusos como “personas gestantes” o “cuerpos parlantes”.

Lo peligroso es que la Ideología de Género ha penetrado el derecho positivo de los países, obligando al ciudadano a abrazarla sin discusión y hoy define los manuales de Educación Sexual Integral que se aplican en todo occidente. Se persigue al que piense distinto cumpliendo el sueño estalinista de colocar la ideología sobre la ciencia y despojar al ser humano de su libertad, transformándolo en parte de una masa manipulable.

En Reino Unido y Suecia, tras años de implementación oficial de la Ideología de Género se está reviendo su impacto desde que se ven graves consecuencias derivadas de educar en el sentido de que los cromosomas no importan y que elegir el sexo, es una trivialidad.

Miles de niños que se sometieron al cambio de sexo no sabían de qué se trataba y casi el 50% mantenían algún problema dentro del espectro autista. A este asunto se sumó que la Academia Médica de Londres denunció que los especialistas médicos fueron impedidos de estudiar el tema, acusados de transfóbicos por lobbies radicales.

Esta herramienta de control social estuvo durante décadas reducida a cenáculos culturales, como un conjunto de ideas anticientíficas que recuerdan a la teoría fracasada de Lysenko en la URSS.

En la década de los sesenta varias experiencias médicas terminaron en fracaso y en la muerte de los niños “cobayos” intervenidos en aras de comprobar que el sexo biológico no importa.

El peligro actual reside en que la Ideología de Género se ha filtrado en los Estados y en organismos internacionales para construir un nuevo “hombre”, desde la política.

La idea de forjar al hombre nuevo no es original puesto que Frederic Nietzsche la planteó hace casi 150 años y de ella han abrevado los totalitarismos del siglo XX, con resultados nefastos que no es necesario advertir.

Hoy este dislate antropológico cuenta con la complicidad del sistema político, muy preocupado en conservar sus parcelas de poder con el apoyo de las grandes empresas de comunicación, de poderosas fundaciones y de organismos internacionales, cooptados hace dos décadas por el financiamiento privado.

Esta red de financiamiento global ha empoderado a una nueva clase de dirigentes, funcionales al globalismo y dispuesta a utilizar el poder coercitivo del Estado para imponer esta ideología cuyo fin es licuar la naturaleza humana, transformándonos en una bolsa de protoplasma fácil de moldear a placer, dese las fuentes de poder internacional.

Muchos países de occidente, aun países pobres están invirtiendo enormes partidas de su presupuesto en implementar políticas para establecer desde el Estado este dogma, cumpliendo el sueño estalinista de colocar la ideología por sobre la ciencia.

En países como Argentina, en donde el hambre llega a guarismos impensables, se invierte el 20% del presupuesto nacional en políticas de género, con claros resultados regresivos.

El avance de la ideología de Genero está a la vista de todos y hoy vemos que hay personas procesadas por contradecir el dogma y enseñar biología acorde a los descubrimientos científicos.

En miles de aulas se está imponiendo el criterio de que nacemos como un saco de plastilina, y empoderando al Estado por sobre la familia para deconstruir a nuestros niños.

En ese camino perverso de manipulación global, por directivas de ONU se avanza sobre el sistema normativo, recortando el instituto de la Patria Potestad para licuar el rol de la familia en aras de un Estado todopoderoso capaz de convertir a las futuras generaciones en un ejército de seres vulnerables, despojados de todo pensamiento crítico.

Está siendo abonada una peligrosa discriminación positiva recurriendo a diversos argumentos falaces que nos dividen por grupos étnicos, sexuales, territoriales, etc. etc.

En este camino tribal avanza la Ideología de Genero pretendiendo deconstruir la naturaleza humana, apelando a neutralizar a la familia, la religión y los valores culturales tradicionales.

En lugar de fortalecer al individuo se apela a debilitarlo para dejarlo a merced de los cambios políticos diagramados desde el poder, sin capacidad de disenso.

Incluso poderosas ONG como Black Lives Matter, que nació como una organización antirracista ha declarado su condición marxista y su intención de eliminar la familia tradicional y sustituir la figura paterna por el Estado.

Negar el componente cultural en el desarrollo de las personas, es absurdo. Pero eliminar el factor biológico en aras de dejar todo librado a la cultura, es siniestro.

Porque la cultura es manejable y diseñable, lo que transforma al ser humano en un trozo de carne a moldear por quien diseñe la cultura.

Mercedes Vigil

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